jueves, 30 de junio de 2011

EL DEBATE HISTORIOGRÁFICO EN TORNO AL PROGRAMA AGRARIO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA SUSCITADO POR FRANK TANNENBAUM Y LA RECEPCIÓN EN MÉXICO



Este ensayo parte de la inquietud de analizar la historicidad de la obra de Frank Tannenbaum y la recepción dentro de la academia mexicana, para contribuir a discernir, por una parte, el pensamiento e interpretación del autor; y por otra, el debate historiográfico suscitado por la academia mexicana con la traducción del ensayo La lucha por la paz y por el pan, en la revista Problemas Agrícolas e Industriales de México.[1]  

La envergadura de tal polémica indujo a estudiar las formas de desarrollo y los métodos de la política económica para alcanzar un ideal de Nación y promover la mejor vía de crecimiento económico. Los textos del analista húngaro-estadounidense Fank Tannenbaum (Austria, Galicia, 1893) son análisis de divulgación para el público estadounidense y con la traducción de la obra fue analizada por la academia mexicana y suscitó una importante polémica que responde a características específicas del contexto y las expectativas del futuro económico de México, por ello nos invita a realizar una reflexión sobre sus propuestas y matizar desde el ámbito de la historiografía, esta tarea pretende reconocer la palabra del autor, este hecho refleja una variedad de posibilidades para la interpretación semántica, a partir de escuchar la voz del otro y reflejar su significado, coherencia y sentido al discurso histórico como experiencia.[2] 

Es por ello que el método que se propone adaptar es la hermenéutica histórica, la cual se resume en cinco pasos que me he propuesto para materializar algunos paradigmas teóricos. 

En primer lugar analizar el tiempo histórico: abstraer el presente, mirar en retrospectiva, para construir el pasado; en segunda, definir las autodesignaciones de los sujetos históricos; tercera, la inclusión de la acción concreta, la mentalidad predominante en el público; cuarta, la historicidad del emisor: importancia del autor, representación, sus características; y quinta, la relevancia a futuro que tuvo el documento en acción; es decir la historicidad del receptor.

Una vez ubicado el espacio de recepción conviene indagar al autor de La lucha por la paz y por el pan: ¿por qué el titulo, cuándo se escribió, en qué tiempo, quién y qué escribió, en qué estaban pensando, cuáles fueron sus motivosy expectativas que se tenían para la publicación de la obra? Para dar respuesta a estas interrogantes demanda un acercamiento a las partes de intencionalidad, proyectar una comunicación textual e intertextual entre el autor y el lector.[3] 

En este sentido veremos al texto y observar la obra bajo dos vertientes de producción de sentido en cada horizonte de enunciación: el texto como producción cultural, y el contexto como posibilidades en la historia de una relación recíproca e intertextual.[4] 

El texto se nutre a su vez del contexto independientemente del autor, al ser capaz éste de mostrar la historicidad. El autor es resultado de una historia personal, pero a la vez colectiva, al ser un sujeto social le configura su tiempo y espacio temporal en su acto de escritura, lo cual da la posibilidad de la apropiación de múltiples explicaciones (de estilo, forma y contenido) para el análisis del texto y del contexto desde una visión historiográfica. Por ello, no hay que olvidar la temporalidad y especialidad, retomando al historicismo, debemos pensar en que cada texto y cada discurso están en función de la época que les tocó vivir. 

Nos queda claro que todo concepto varía y variará dependiendo de la historicidad del mismo texto. Así la realidad social adquiere otros matices con relación a la producción de sentido, esto es en observancia con el significado; sin embargo, consideremos ¿en quién recae la responsabilidad de otorgar el significado al texto: en el autor o en lector? Si bien, el lector necesita un horizonte referencial para asimilar el texto como un espejo de sentido –la idea metafórica del espejo es por el reflejo dialéctico que condiciona el pensamiento y la expresión escrita–, presentado a su vez como texto y alteridad, el resultado es una posición intersubjetiva, debido a la misma interpretación prefigurada por los prejuicios de los hechos históricos.[5]

Por ello haremos uso de la teoría de la recepción porque se analizan los procesos de significación del otro –visto desde el texto– en el proceso de construcción del conocimiento histórico para conocer el pensamiento, intelectualidad y formas sociales que desarrolla el planteamiento interpretativo. La comprensión de la obra se basa en múltiples factores de interés que va descubriendo el autor como la difusión y reestructuración del sentido. El lector es el agente que vincula los prejuicios, prefiguraciones y horizontes de expectativas del texto leído. Esta relación entre el lector y el texto es dialéctico y es un dialogo que posibilita un amplio proceso de comprensión e interpretación, que a su vez se convierte en un nuevo horizonte de experiencia. 

Para Gadamer la estructura de la experiencia deviene del análisis de la conciencia de la historia efectual, la experiencia vista como tradición, cultura e inmerso dentro del círculo hermenéutico. Así los niveles del entendimiento se diferencian de acuerdo con el yo, tu, ellos que viven la experiencia como proceso dialéctico del texto. De esta forma, la recepción del texto adquiere sentido como agente social. Al persuadir e indagar al texto para que adquiera una relación comunicativa.[6] 

El manejo de los horizontes de experiencia y horizontes de expectativa –expuestos por Koselleck y reafirmados por Ricoeur–, se aplican tanto para las historias narradas como para las historias vividas.[7] Proponen observar la historicidad presentada, representada, reconfigurada y refigurada de los discursos historiográficos;[8] aunque existen varias formas en las que podemos ver a los discursos históricos, podríamos conceptuar diversos horizontes, considerar ya no sólo al sujeto, sino a la forma, a la ideología, a los principios dominantes; porque el trabajo del historiador como interprete es la de delimitar la orientación y delimitación de ciertos universos del discurso, decodificar los mensajes y mostrar sus planos de expresión.[9] 

Una particularidad teórica en el plano de la otredad/alteridad que especifica la teoría de Paul Ricoeur quien distingue que la identidad personal está determinada por la relación de sus representaciones entre las cuales se encuentra: la identidad (ipseidad), la mismidad y la alteridad, la cual nos da reflejo para diversas dimensiones narrativas. [10] 

Otra cosa sucede si se empareja la alteridad con la ipseidad; una alteridad que pueda ser constitutiva de la ipseidad misma. Sí mismo como otro, sugiere en principio, que la ipseidad del sí mismo, implica la alteridad en un grado tan íntimo que no se puede pensar la una sin la otra, es por eso que: “la acción a los personajes del relato, engendra la dialéctica del personaje que es expresamente una dialéctica de la mismidad y de la ipseidad.”[11] Es sí mismo en cuanto otro y las variaciones del relato someten a esta identidad de esta otredad.

Si la representación realizada por Frank Tannenbaum sobre la Revolución Mexicana tiene un horizonte cultural específico, desde donde fue creado el texto, puede ser percibida con el sentido del relato, la interpretación y experiencias personales. 

La otredad, vista con la academia mexicana, mantiene una relación de legitimidad con el pasado, con la historia política nacional, ya sea para negar su validez, promulgar una remodelación, redefinir o matizar datos de la interpretación, porque el pasado no es algo que esté dado, sólo se puede llegar a él a través de los testimonios que han dejado; por ello, la necesidad de articular un relato coherente de la historia. 

En tanto que Frank Tannenbaum fue un economista escribió un ensayo histórico crítico que muestra las problemáticas y las condiciones políticas, sociales y económicas del atraso del desarrollo económico nacional. Entonces la recepción partió del prejuicio de que la Revolución fue agraria y después industrial por lo que respondió a un horizonte cultural y de enunciación para legitimar a la historia patria.  

Para lo cual se analiza el horizonte de cultural de Frank Tannenbaum y profundizar en sus criterios académicos donde partió su escritura y se delimitará el pensamiento económico que marca y delimita la ideología del autor. Asimismo se matizarán los horizontes de enunciación filosóficos, se indagará sobre sus categorías del ser mexicano, las tradiciones, la educación, la cultura y la raza, como principales componentes de las reflexiones de la escuela filosófica mexicana, el debate nacionalista y el grupo Hyperión como receptor del debate suscitado por Frank Tannenbaum. 

En páginas laterales observamos los planteamientos económicos, las propuestas de economía política para la industrialización y el agrarismo en el desarrollo económico mexicano en sus dos matices texto y contexto para conocer los alcances de cada propuesta y comparar la realidad concreta como resultado de las prácticas políticas de las décadas de 1940 e inicios de l950.

Continua en capítulos laterales



[1] Frank Tannenbaum, “México: la lucha por la paz y por pan” en: Problemas Agrícolas e Industriales de México, trad. Manuel Sánchez Sarto, vol. 3, núm. 4, México, 1951.
[2] Esto recae en el hecho que pensamos que leer es trabajar como arqueólogos de las palabras y los significados, penetrando los tiempos pasados y creados por la herencia cultural específica del autor. Como introducción a la lectura de la semiótica es recomendable el análisis de Michel Foucault, Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI, 1968.
[3] Según Lledó: “La obra escrita que habla a un futuro lector existe como tal obra porque espera o busca respuesta. Si nadie escribe por escribir, todo escrito lo es para un lector. Por consiguiente, cualquier obra reclama en su misma estructura temporal al futuro lector o al intérprete para quien, en el fondo, se escribe. Lledó, Op. Cit. “La escritura”, pp. 69-95.
[4] La intertextualidad se refiere al hecho de la presencia, en determinado texto, de expresiones, temas, conceptos y rasgos estructurales o estilísticos procedentes de otros textos y que han sido incorporados a dicho texto en diferentes formas: como alusiones, imitaciones, citas o reacciones paródicas. Vid. Umberto Eco, Lector in fabula, Barcelona, Lumen, 1981 (ed. En italiano 1977).
[5] Hegel dice: El movimiento dialéctico que realiza la conciencia consigo misma, tanto en su saber como en su objeto, en la medida en que para ella el nuevo objeto verdadero surge precisamente de ahí, es en realidad lo que llamamos experiencia. Apud, Hans-Georg Gadamer, “Análisis de la conciencia de la historia efectual” en Verdad y método, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1993, pág. 12.
[6] Cf. La posición de Gadamer con respecto a la fusión de los horizontes del comprender, que media entre el texto y su intérprete. ¿Cuándo convergen? En el significado de la misma interpretación; en el lenguaje, en los argumentos, en el diálogo, éstas son sólo expresiones de la hermenéutica. Considero que los horizontes no convergen pero mantienen procesos de significación, de características peculiares en su historicidad.
[7] En este sentido Koselleck mencionaba que: Así pues, permanencia, cambio y novedad se captan diacrónicamente, a lo largo de los significados y del uso del lenguaje de una y la misma palabra. La cuestión decisiva temporal de una posible historia conceptual según la permanencia, el cambio y la novedad, conduce a una articulación profunda de nuevos significados que se mantienen, se solapan o se pierden y que sólo pueden ser relevantes sociohistóricamente si previamente se ha realzado de forma aislada la historia del concepto. De este modo, la historia conceptual, en tanto que disciplina autónoma, suministra indicadores para la historia social al seguir su propio método. Koselleck, Reinhardt, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidós, 1993.
[8] Ricoeur ha explicado la fenomenología de la temporalidad en tres parámetros: prefiguración, configuración y refiguración; que en síntesis, son transfiguraciones del tiempo en la realidad narrada. La temporalidad como una correspondencia anticipada para describir: tiempo vivido, universal, de cronología, del calendario y mítico. Paul Ricoeur, Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido, México, Siglo XXI, 3a ed. 1999 (1a ed. en español, 1995 “Sólo la dialéctica del sentido y la referencia dice algo sobre la relación entre el lenguaje y la condición ontológica del ser en el mundo.” Prólogo.
[9] Al hablar de una de-codificación y una de-construcción del texto significa a su vez observar el modo de producción de éste antes que su contenido y discurso.
[10] La identidad como mismidad (latín: idem; inglés: sameness; alemán: Gleichheit); por otro lado, la identidad como ipseidad (latín: ipse; inglés: selfhood; alemán: Selbstheit)
[11] Paul Ricoeur, Sí mismo como otro, Barcelona, Siglo XXI editores, 1996, pág. 109.

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